domingo, 26 de diciembre de 2010

Espanto típico de las chicas que se pierden en el bosque.

EPISODIO DOS: "No me hablen de balance natural"

Claro, la vieja que nos habíamos encontrado en la casa de campo perdida, pretendía que todos nos aficionáramos a sus estímulos. Estímulos? .
Era una vieja alemana la señora "Sen", la llamábamos así por que no podíamos pronunciar su verdadero nombre.
Rubia, pálida y tiesa parecía un libro guardado en las sombras de una habitación húmeda al que nadie volvió a abrir.
Con Lucha cada vez que hablamos de ella la librábamos de todo mal diciendo : "pero tiene ojos de gente como Evita Perón"


Era un día ardiente y abandonado, no paso mucho la verdad. Ingenuamente como dos chicas que salen de paseo a la naturaleza , nos aventuramos, nos perdimos y encontramos una casa donde vivía una mujer solitaria a la que le pedimos ayuda. Ay que mujer tan amable y bondadosa blah blah blah.
La mujer que se llamaba "Señora Sen"- por que no se me ocurre otro nombre-, nos dio una mano y volvimos tranquilas a la naturaleza a perseguir nuestro camino, PERO.... cosas extrañas del más allá aparecieron : las mismísimas moscas de las películas de TERROR , ah y sangre mucha sangre por ahí desparramada , un vomito y cabe destacar la presencia de los zombies y toda la onda a macumba que de repente había . En fin, todo esto hace que las dos minitas que eramos decidamos volver a la casa de la "oportuna Señora Sen".


Al regresar la amabilidad de la Señora Sen se volvió un tanto sombría, la anciana sacó un cuchillo y un hacha , si un hacha choreado SARPADOO - y en un paso sonámbulo empezó a perseguirnos, y las dos minitas corrimos desesperadamente pero :

- Blda las puertas están cerradas!
- y las ventanas?
- No hay ventanas!, que extraño pensé haberlas visto antes...
- Yipis! usemos el celular pero seguro el tuyo no tiene señal y el mio es táctil y perdí el lápiz.
-Mirá allá hay una puerta que no había visto antes!
-Entremos quizás allí podemos ocultarnos de los disparates de la Señora Sen.

Al entrar el tornasol, que entraba por rendijas de la madera de las paredes,levantaba un polvo brillante sobre el ambiente que llevaba a cuestas 11 pinturas de mujeres, lo sumamente extraño es que a ninguna le habían pintado LOS OJOS.


Dentro de una bolsa de terciopelo verde desplegada sobre la cama encontramos 22 ojos humanos y a la siniestra Señora Sen mirándonos desde la puerta, en suave espera como sus pasos, suave como el tic-tac del reloj que colgaba en algún rincón, suave como el carmesí de sus encías y finalmente, suave como sería nuestra muerte: un par de hachazos por aquí , unas acuchilladitas más allá y listo , luego sacaría uno a uno nuestros ojos para colocarlos entre el terciopelo verde y los 22 ojos acompañantes.



FIN putos.

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